UNA EXPERIENCIA SIGNIFICATIVA.
Mi práctica pedagógica la inicié en la Institución Educativa Rancho Grande. Fue una experiencia inolvidable, me asignaron el grado 6 - d conformado por 43 estudiantes. La primera semana me correspondió la observación y como es normal, me sentía un poco nerviosa, pero a medida que fui interactuando con la profesora y al valorar sus clases, me di cuenta que estaba conectada con ella para llevar el proceso de enseñanza-aprendizaje, por ende no tuve que realizar otra estrategia ajena a la que había planeado.
Por otra parte, se podía notar en gran medida, que los profesores anteriores y al igual que la actual, habían realizado un buen trabajo con los estudiantes, ya que éstos demostraban tener una apropiación de las temáticas que se le desarrollaban en clase, mostraban interés y buena participación.
Como me fue muy bien en la Institución Educativa Rancho Grande, en un instante pensé volver a realizar mi segunda práctica en ésta, pero por situaciones económicas me vi obligada a buscar otra institución que me quedara más cerca al lugar donde vivo. Me presenté en el colegio Liceo la Pradera, donde comprendí que la labor docente es compleja y que definitivamente es más fácil impartirle el conocimiento a jovencitos de bachillerato que a chicos de básica primaria. Me asignaron el grado tercero elemental conformado por 41 estudiantes. Al principio pensé que sería fácil, pero se me complicó la situación, debido a que se me dificultaba el control de los niños cuando estaban por cumplirse las dos horas de clases. Los chicos se me distraían y perdían la motivación, hasta que la profesora me llamo la atención preguntándome si había hecho mi primera práctica en bachillerato, a la cual respondí que sí, ella me dijo: “tienes que tener en cuenta que son niños y que es primaria, es difícil pero no imposible” y finalizó con esta frase: “no te hundas”. De repente me sentí fatal, pero me dije, tengo que demostrarme y demostrarle a la profesora que soy capaz de realizar un buen trabajo, por lo que decidí implementar algunas estrategias que había apreciado los días de observación para controlarlos. Les cantaba canciones religiosas e infantiles, de igual manera, los mandaba a que se levantaran de las sillas y que alzaran los brazos, que los colocaran al frente y hacia abajo, también en ocasiones realizaba dinámicas para que ellos se relajaran y poder retomar la clase. Además compartía con ellos textos para reflexionar que de alguna manera se relacionaban con el tópico a tratar, contextualizaba e interactuaba, lo cual los motivaba. Esto me funcionó, tanto que hasta la profesora me felicitó.
Cabe decir, que la labor docente es un proceso que se va fortaleciendo a través de las experiencias, acompañado del interés y la disposición que se tenga para mejorar, con el propósito de formar desde una perspectiva integral, es decir, tanto a nivel cognitivo como en valores y por ende, tener estudiantes competitivos capaces de solucionar cualquier problema que se les presente en la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario